Poblamiento muisca y ciudad hispánica

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Poblamiento muisca y ciudad hispánica

Por: jstorres
Publicado el: Enero 2020
¿Es cierto que la historia urbana de Santafé es exclusivamente española?

Por: Luis Enrique Rodríguez B. /Área de investigación, Archivo de Bogotá.

Bien podría decirse que la acción de planear estuvo presente en la "fundación" y "población" de ciudades que practicó la corona española durante más o menos tres siglos en América. A su manera, la Santafé de Bogotá del siglo XVI (1538-1539) fue resultado del ejercicio y de la experiencia hispana realizada prácticamente sobre un "lienzo en blanco", al decir de relatos de cronistas.

Respecto de la supuesta ausencia de huellas indígenas en la arquitectura de las ciudades coloniales colombianas, y específicamente de Santafé, Vargas Lesmes explica que ella se debió a "(...) la carencia de una cultura urbana entre los muiscas [que] no permitió tender un puente de continuidad, ni influir en el diseño básico de la ciudad que se fundara en 1538. A pesar de sus avances en otros aspectos, los muiscas de la Sabana tan sólo lograron estabilizar tenues aglomeraciones de caseríos alrededor de la vivienda del Zipa. Por esto, la historia estrictamente urbana de Santafé comprende un horizonte casi exclusivamente hispánico."[i]

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La expresión de Vargas Lesmes acerca de "La carencia de una cultura urbana entre los muiscas (...)" es discutible dado que más que carecer de una "cultura urbana", los "poblamientos dispersos" de comunidades y de sus respectivas sementeras, correspondieron a asentamientos de familias o de grupos de la sociedad constituidos en formaciones propias, establecidas de acuerdo con las exigencias del medio ecológico.

La investigación histórica y arqueológica en la Sabana ha demostrado que la sociedad muisca desarrolló estrategias especiales de ocupación con pocas viviendas en zonas apropiadas y con una producción agrícola en consonancia con el territorio y adaptada a la característica principal del mismo: el recurso hídrico constituido por páramos, ríos, quebradas, nacimientos, lagunas, pantanos, lluvias abundantes en invierno y zonas de inundación.

A partir de la comprensión del comportamiento cíclico del clima sabanero, para los muiscas fue claro que poblaciones densas y labores agrícolas intensivas y extendidas estaban condenadas al fracaso en una zona lacustre como ha sido durante muchos siglos la Sabana de Bogotá. Resulta evidente, entonces, que las "aglomeraciones de caseríos" propias de los muiscas estaban fuera de todos los referentes arquitectónicos hispanos y también de las necesidades militares propias del proceso de dominación hispana que vio la sabana como un extenso terreno llano propicio para establecer grandes haciendas agrícolas, ganaderas, talleres de manufactura, explotaciones mineras y, sobre todo, una abundante mano de obra que debía ser sometida a los trabajos relacionados con esta visión.

Desde el punto de vista de Vargas Lesmes, si hubiera existido una "cultura urbana" con alta densidad de habitantes, los españoles la hubieran adaptado a sus necesidades de conquista y dominio territorial. La prueba es que ocurrió con otras manifestaciones "urbanas" de grupos culturales diferentes, como por ejemplo, el que construyó la densa y extensa Tenochtitlán -sobre cuyas bases se edificó posteriormente la Ciudad de México- o el imperio indígena que dio origen a la espectacular ciudad de Cuzco, corazón del extenso Incanato, cuyas bases de piedra fueron usadas para edificar la Cuzco hispánica que hoy es Patrimonio Cultural de la Humanidad; como para nombrar solamente dos de las más relevantes adaptaciones de la arquitectura indígena a la idea hispana de ciudad en América que, hasta cierto punto, también ilustran la adaptabilidad de la idea urbana hispánica del momento.

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En todo caso, la experiencia legal española respecto de la materia urbana en América, acumulaba una dilatada historia de casos revisados por la Corona a lo largo de casi media centuria; pues ya desde 1492 y hasta ese momento, 1538, fueron múltiples las ocasiones en que tuvo que lidiar con los pedidos de recompensa por servicios prestados en las huestes militares de conquista que generalmente culminaban con la instalación de "fuertes", o "asientos militares" que con el transcurrir del tiempo y el avance en las guerras contra los nativos, devinieron en acciones de fundación de "pueblos", "villas" y "ciudades", principalmente en islas del Caribe, luego en las costas continentales de América y, finalmente, mostraron su mayor punto de auge con la conquista y dominio de las sociedades que durante siglos dominaron los ariscos Andes de Suramérica, desde Chile hasta Venezuela y, en este inmenso escenario de múltiples batallas, de grandes traiciones, de titánicas luchas por sobrevivir, emerge la historia si bien modesta pero no menos terrible, de nuestros muiscas del altiplano Cundiboyacense.


[i] Vargas Lesmes, Julián. La sociedad de Santa Fe colonial. Bogotá, Cinep, 1990, pág. 3.