Otro de los elementos que tuvo protagonismo en estos años estaba basado en la idea según la cual la población colombiana estaba en un inminente peligro de degeneración física, por ello se consideraba "(...) urgente atender con especial esmero al desarrollo físico de los niños, pues de lo contrario, antes de medio siglo las poblaciones rurales se convertirían en semilleros de idiotas, raquíticos y degenerados". Este era el mensaje que transmitía en sus conferencias el sacerdote Carlos Alberto Lleras Acosta, profesor de instrucción cívica y social de las escuelas primarias de Bogotá.33
Estos mensajes de contenido premonitorio y alarmista buscaban prevenir y alertar a sus audiencias sobre el inminente peligro de una supuesta degeneración si no se practicaba o procuraba el desarrollo físico de las nuevas generaciones; necesidad que encajaba de manera perfecta con el modelo educativo propuesto y discutido en el marco del Primer Congreso Pedagógico Nacional celebrado en Bogotá en el año 1917.