También lo fueron las escuelas de artes y oficios. Sistema según el cual, "(...) se instruía, educaba y formaba a los alumnos con base en el desarrollo de la educación en los niveles intelectual, moral y físico, y bajo la premisa de que la práctica es la mejor manera de enseñar y de aprender (...) y que el cuerpo hay que ejercitarlo y endurecerlo para la lucha y el triunfo.". Estas escuelas, por otra parte, capacitaban a dos tipos de alumnos: el artesano y el bachiller. Este último continuaba sus estudios en la Universidad.
El artesano, que era uno de los principales objetivos, debía alcanzar la instrucción técnico industrial de los aprendices, de modo que una vez cumplido el tiempo de aprendizaje se convirtiera en un obrero "perfectamente instruido en su arte y apto para ejercerlo con lucimiento”.27 Tradición que seguía los postulados de la Instrucción Pública respecto de preparar cabezas y manos aptas para el ejercicio de producir en el marco de una ciudad que daba sus primeros pasos en el tema de la industrialización.28
Así lo constata el Reglamento del Taller Municipal de Artes y Oficios para niños, elaborado en virtud del artículo 6 del Acuerdo No. 38 de 1916. En él se puede leer que el fin primordial del taller era “formar obreros habilites, honorables y ciudadanos útiles a la Patria, por el ejercicio de artes y oficios que sirvan a su progreso”, para lo cual se dictaban, ademas de las materias (oficios) ofrecidos, “conferencias sobre artes, industrias y conocimientos utiles; sobre higiene, hitoria, derecho y deberes del ciudadano.” 29