Caricaturas del siglo XIX

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Caricaturas del siglo XIX

Por: jstorres
Publicado el: Junio 2019
Durante el periodo de la “Regeneración”, entre 1886 y 1900, en Colombia se utilizó la sátira gráfica para influenciar la opinión de sus lectores.

Por Isabel López Macías

Historiadora

Aquellas publicaciones, con hermosos grabados satíricos, algunos de mejor calidad gráfica que otros, generaron gran impacto, expectativa y recordación entre sus lectores. Los males que padeció el país durante La Regeneración no fueron pocos: el sistema de papel moneda, las emisiones ilegales, la pobreza, la corrupción, la violación de los derechos individuales, la ley de prensa, el autoritarismo, los contratos desfavorables, etc., despojaron a Colombia de sus grandes riquezas y valores, transformándola en un simple esqueleto.

La imagen 1 es ejemplo de esta interpretación. Por medio de una antítesis, se representa a Colombia libre, aludiendo a un pasado glorioso de lucha contra la monarquía. Colombia dibujada como una joven, que recuerda a Marianne, símbolo de la República Francesa,[1] con un seno descubierto, en actitud de ataque, izando una bandera de tres franjas en su mano izquierda y con la otra empuñando, en vez de una bayoneta o pica, el escudo emblema del país. A su vez, alude a una mujer indígena por las alhajas que adornan sus pies y brazos, y a cambio del gorro frigio, una corona de plumas adorna su cabeza. Esta joven fuerte y valerosa derrocó el oscurantismo, el patíbulo y las contribuciones que la tenían sometida.

En contraposición a ese pasado glorioso aparece Colombia Regenerada: de esa joven valiente ahora sólo queda su esqueleto, Colombia ha muerto y en su entorno se ha vuelto a levantar el patíbulo y han caído los valores que la vitalizaban: el conocimiento, la educación y la prensa. Con un gran esfuerzo logra mantener en pie su bandera y su escudo.

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Caricaturas de años posteriores, mantuvieron la idea de una Colombia muerta, de la que sólo se conservan sus restos. La imagen 2 representa a Colombia como un gran campo santo, poblada de desgarrados huesos, formando cementerios sociales por el temor. Los Cuervos, gobernantes de un pueblo de esqueletos, por medio de la opresión, reducen a los hombres a tumbas; aves de rapiña con grandes garras, se alimentan de los pocos y putrefactos restos de Colombia. Acompañando esta imagen, se encuentra la siguiente cita, haciendo aún más dramática la escena:

 

No son los muertos los que, en dulce calma,

Duermen el sueño de la tumba fría;

Muertos son los que se hayan oprimidos,

y viven todavía[2]

Como podemos ver, esta caricatura conduce más a la desilusión que a la risa. Pero en un texto anexo, el productor da ánimo al lector planteando la escena, como un incidente desastroso pero pasajero.

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Otra caricatura que maneja esta idea es “El Cráneo de la Regeneración”, (Imagen 3). Esta caricatura representa a Colombia Regenerada como un gran campo santo, donde solo queda con vida un cráneo, alimentado por sus dientes “Banco Nacional”[3], con sonrisa cínica, refiriéndose a las emisiones extraordinarias con que las que el gobierno financió La Regeneración. Dentro de este cráneo los prohombres regeneradores se pasean cual gusanos alimentándose insaciablemente. Podemos reconocer a Sanclemente y Marroquín en la cavidad de los ojos y a Caro en la nasal.

 

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Colombia como una diosa cautiva

Otra alegoría de la República es la de Colombia como una diosa cautiva que se lamenta de su suerte. Su representación habitual fue como una diosa romana, una joven de larga cabellera, vestida con un manto o franela y descalza en representación de la pobreza de su pueblo. El gorro frigio, la bandera, el escudo y en ocasiones la balanza de la justicia la acompañaron. En la imagen 4 la vemos siendo arrastrada por el caballo del general Rafael Reyes, como prisionera de la guerra civil de 1885, con la que se consolidó el proyecto de La Regeneración. A partir de ese funesto día, a esta diosa le fue arrebatada la libertad y se mantuvo en cautiverio bajo la custodia de los regeneradores, en compañía de la prensa.

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En la imagen 5 la vemos adormecida en el suelo, cubierta con una manta; de sus manos se ha deslizado el gorro frigio, símbolo de la libertad. La acechan unos vampiros con rostros humanos y largas uñas que se desprenden de sus alas, representando a los regeneradores como aves de rapiña.[4] Estos vampiros tienen como único objetivo extraerle hasta la última gota de sangre para alimentarse, pero sin llegar a matarla,  manteniéndola en agonía permanente.

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La caricatura de la imagen 6 representa a esta diosa asfixiándose bajo el tacón de una enorme bota, la cueva regeneradora, donde crecen como vampiros los regeneradores, encabezados por Caro. El artículo anexo a la imagen relata:

… Esperando que otra ave de alto vuelo, 

De allí las saque y las remonte al cielo,

Se hallan Colombia, y su bandera rota,

Bajo el tacón de aquella enorme bota

Donde volando en caprichosos giros,

Han formado su cueva los vampiros.[5]

En el fondo se ve salir el sol entre las montañas y la silueta de un hombre acercándose, como visión esperanzadora. Mientras tanto, Aquileo Parra, vestido de traje y con un bastón en su mano, representando el partido liberal, le extiende la mano para evitar que esta mujer desfallezca. En otra caricatura la vemos cabalgando desesperada, mientras se hunde en un mar de papel moneda, en representación de las emisiones extraordinarias, considerado como uno de los principales vicios del gobierno. Esta vez también es ayudada por el liberalismo para no hundirse.

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Colombia como una vaca lechera

Por último, apreciamos a Colombia como una hacienda arruinada, administrada por los regeneradores. El ganado es marcado con la letra “K”, en alusión al artículo extraordinario de la Constitución de 1886, que permitió el destierro de muchos liberales. Los administradores de esta hacienda figuran en ocasiones recogiendo su rebaño, el cual es muy inquieto y tiende a perderse en las praderas. Esta figura alude a las diferencias y separaciones dentro del Partido Nacional, que fueron comunes durante todo el periodo.

Otra alegoría que deseamos destacar es la de Colombia como una vaca lechera, aludiendo a la riqueza, la abundancia y la fertilidad de sus tierras. En la imagen 7, por ejemplo, la vemos como una vaca sujeta por sus patas y cuernos, ordeñada por Caro, y a su alrededor muchos hombres (empleados públicos) que desean probar su leche: en su lomo Marroquín extendiendo la mano, solicitando bebida; bajo el animal, como un mico, vemos a Sanclemente tratando de tomar directamente de su ubre; en la esquina derecha, identificamos a Reyes totalmente lleno, con una enorme barriga…, mientras que los demás personajes solicitan ansiosamente un poco de bebida. Pero esta vaca se está quedando sin leche, por su mala alimentación y ser ordeñada sin descanso. Esta caricatura muestra a los Regeneradores como los saqueadores de las grandes riquezas de Colombia, agotando todos sus recursos para saciar su ambición. Continuando con esta misma idea, aparece en el periódico El Zancudo una caricatura que representa a Núñez vestido de mujer, con un seno, dando pecho a Holguín, presidente designado del momento. Esta imagen se titula: “Mame, nene, que ya yo mamé”[6].

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Como podemos ver, las anteriores alegorías conducen a una reflexión crítica sobre Colombia en el periodo de La Regeneración. En su mayoría, las caricaturas realizaron la comparación de un pasado glorioso, refiriéndose al gobierno Liberal, y la República regenerada, lo que dio como resultado un retroceso en la línea recta hacia el progreso y la civilización. Colombia retornó a la barbarie.

Por otra parte, estas imágenes representaron a los gobernantes en forma de animales, identificándolos como los saqueadores de las riquezas de Colombia. Fueron vampiros, sujetos de la noche que extraen incansablemente la energía vital y las riquezas de la República; fueron murciélagos, seres deformes, animales impuros, que se quedaron en el proceso evolutivo de las especies, monstruos de la noche, que se esconden de la claridad de luz y las ideas. También fueron representados como aves de rapiña, pájaros que se alimentan de los muertos, de lo putrefacto, que con sus grandes garras arrasaron vorazmente con todos los recursos, dejando agonizante a Colombia.

La Regeneración, un gran escenario

Los periódicos satíricos de la época habitualmente se refieren a la Regeneración en tono satírico como la “enfermedad reinante”, un gran virus que muta constantemente, y sobre el cual no se ha descubierto ni cura, ni vacuna; artículos de la mayoría de las publicaciones describen la enfermedad, su diagnóstico, fórmulas, síntomas, etc. creando toda una serie de figuras en su entorno. Las caricaturas representan a la Regeneración de tres formas principales: uña, serpiente o madre, siendo los regeneradores, vampiros, aves de rapiña, víboras, gusanos o representando diversos papeles como teatreros, dentro del espectáculo de la Regeneración. Los textos se refieren a ellos como “conspicuos”, “fantoches”, o “los señores de camándula y uña”.

La garra regeneradora

Esta alegoría la podemos apreciar en la imagen 8, en la que se representa el escudo de la Regeneración, como su gran emblema. El periódico que la publicó, en su editorial, dice: “Este grabado espanta, En cuatro rasgos representa toda la historia de una época de desolación… es una espléndida fotografía moral de la regeneración, allí está ella, viva, latente, en toda la impúdica audacia de los hechos…”[7]

En efecto la imagen espanta, fue publicada el día de la celebración de la Independencia en 1890, como gran homenaje a la obra del gobierno: un embudo coronado por un cuervo, aludiendo al alma rapaz de los regeneradores, y nueve calaveras, representando la desolación y ambiente de muerte que domina los 9 estados (para este periodo son departamentos). En vez de hojas de laurel, hojas secas de ciprés, representado la muerte, tristeza y lágrimas del pueblo. Dos banderas de color negro, color de la muerte, sostenidas por espadas con cruces de la redención (Santa Alianza).

El embudo está dividido en tres secciones: en la primera, una calavera y dos huesos, aludiendo a los restos de la riqueza de Colombia; en la segunda, un bonete representando la vigilancia de la Iglesia; y en la tercera, el istmo de Panamá roto, devorado por la mandíbula de un caimán, que alude a Núñez. En la parte inferior, unas grandes garras sosteniendo la cinta de La Regeneración. 

Estas garras aluden a la personalidad rapaz de la Regeneración y sus gobernantes, la cual, como un cuervo arrasa con todos los recursos de donde se pose. Los regeneradores fueron identificados gráficamente por tener garras en vez de manos, o uñas muy largas. La imagen 20 nos muestra los tres partidos por medio de tres manos, que pretenden tomar la llave de la máquina gubernamental, mientras el presidente preside desde Anapoima. Las garras representan al partido nacional, la mano con dedos y uñas largas representa a los conservadores históricos, mientras que los liberales, figuran con una mano normal, que pasa casi desapercibida en la imagen.

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El monstruo de la Regeneración

Otra alegoría de la Regeneración es como serpiente, atribuyéndole un significado demoníaco y pecaminoso. En el periódico El Zancudo, se representa como una medusa; en el centro, el rostro de Núñez, del cual se desprenden serpientes con los rostros de los Regeneradores. En 1898, el periódico El Mago (segunda época), publica una caricatura que representa a la Regeneración como un monstruo con cuerpo de serpiente arrastrándose sobre el sepulcro de los liberales (ver Imagen 9).

En las escamas de esta serpiente están estampados los rostros de los regeneradores de épocas pasadas (Holguín, Núñez, Payán, etc.). En su parte superior se destacan los rostros de los Regeneradores del momento (Sanclemente y Marroquín). Su rostro es como el de una bruja, nariz larga encorvada y mentón salido. Sobre su cabeza posa un gorro, aludiendo al gorro frigio, pero con el emblema: “Ni libertad, ni orden”. De sus grandes garras, cuelga del cuello una muñeca, representando a Colombia muerta. Tras este gran monstruo vuelan muchas moscas, seres repulsivos, que representan la policía secreta. Esta caricatura se repitió en varias ocasiones en otras publicaciones.

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El teatro de La Regeneración

La Regeneración también es representada como un gran escenario donde se desarrollan todo tipo de espectáculos: actos de magia, escenas de teatro cómico, actos de circo, coros musicales, representaciones de títeres, etc. En estas escenas el lector es configurado como un espectador pasivo, y en ocasiones se representa junto a los actores. El show de La Regeneración plantea el ejercicio de la política como una competencia a muerte, donde se mide la capacidad de los partidos para mantenerse en acción. Obviamente en estos concursos reina la deshonestidad. Las elecciones presidenciales o candidaturas fueron representadas como carreras de caballos, peleas de gallos, corridas de toros, juego de la cucaña, de la balanza, etc. donde los regeneradores impusieron las reglas, se ubicaron como jueces, y emplearon artimañas para asegurar su victoria. Este tipo de representaciones cubrieron todas las temáticas políticas, incluyendo al ejercicio del legislativo. En la Imagen 12 podemos ver una caricatura que representa los debates del congreso como una verdadera farsa. El texto anexo, dice:

 

Una asamblea protestante (sesión diaria)

¡Un diputado - protestó!

¡Otro diputado - Pido la palabra para protestar!

¡El presidente - Es necesario protestar!

¡El vicepresidente - Protesto!

¡El secretario - Conste la protesta!

Todos los diputados en coro - Protestamos

Y tomas asiento y muchas otras cosas.

 

Según se aprecia, el Congreso se representa compuesto por varios animales, aludiendo a su deshonestidad, hipocresía e incompetencia. Estos animales son manejados por el presidente por medio de hilos mágicos. Por medio de estas imágenes apreciamos una cara de La Regeneración, soslayada tradicionalmente por la historia, que nos hace reflexionar sobre la verdadera naturaleza del movimiento. En general la Regeneración, es vista por la caricatura, como el foco de todos los males y vicios del país. A finales del periodo vemos caricaturas que vaticinan su decadencia, anunciando el glorioso resurgimiento del liberalismo entre las sombras. 

 

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El Pueblo derrotado

Las alegorías del pueblo son muy pocas; sólo once caricaturas lo representaron, de las cuales podemos destacar al pueblo como un carnero. Desde 1880, con el periódico El Amolador, el pueblo fue representado gráficamente como un carnero o becerro, símbolos de la dulzura, simplicidad, nobleza, inocencia y pureza. Como animal tradicional de sacrificio, el pueblo fue identificado como un ser noble, pero lacerado, utilizado, explotado y maltratado por los gobernantes. Esta tradición retorna en nuestras publicaciones, en el periódico El Barbero por medio de un grabado costumbrista (imagen 13) acompañado de la siguiente leyenda:

Entre un pueblo que es carnero,

Y una Regeneración,

Hay sólo esta relación:

La del buey y el carnicero

Debido a este grabado, el director de la publicación, David Granados, tuvo que pasar un mes en la cárcel y en el periodo no se volvió a representar al pueblo de esta forma, mientras que los textos siguieron utilizando esta figura habitualmente. Al respecto, es importante hacer una salvedad, el pueblo, en el periodo se refiere a los ciudadanos, incluyendo en ocasiones a los artesanos, es a ellos a quienes van dirigidas las imágenes y a los que interpelan los artículos. Este pueblo se diferencia claramente del común o pueblucho, el cual se representó descalzo, con sombrero de paja y ruana. 

Podemos apreciar en la imagen 14, una caricatura que representa al pueblo como un hombre, el cual está siendo estrangulado, retorcido como una especie de esponja, por el Gobierno, representado en este caso como Caro y Manuel Casabianca (ministro de Gobierno). El martirio de este pobre sujeto, es contemplado por múltiples personajes que se botan al piso a recoger lo que de él se desprende (monedas). En el fondo se aprecian los cerros de Bogotá como escenario de tan infame acontecimiento, mientras el sol como espectador, llora por la suerte del pueblo. 

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Otra representación que vale la pena destacar, es la del pueblo como una especie de dios romano, simulando a Atlas, sujetando todo el peso de los gobernantes en su espalda: impuestos, multas, reclutamientos, prisiones, monopolios, etc. que lo han convertido de un joven viril, fuerte, vital y soberano en un viejo senil, que necesita apoyarse para poder mantener su pesada carga. En otra imagen vemos al Pueblo entregando a los agentes recaudadores su piel, como pago de sus contribuciones[8]. De tal forma, el pueblo quedó reducido a un esqueleto, de los que yacen en el desolado cementerio de la Regeneración.

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En el resto de las caricaturas el pueblo es un personaje ausente, pero protagonista como la gran víctima de La Regeneración. Una víctima pasiva, que espera con resignación el cambio de su suerte. Esta fue la forma habitual como los productores identificaron a sus lectores: espectadores pasivos de hechos desastrosos o víctimas apacibles de espectáculos vergonzosos. Ya al final del periodo apreciamos un cambio en la actitud hacia el lector. La caricatura se encargó, no sólo, de denunciar y atacar, sino que empezó a motivar una acción o respuesta por parte del lector. La regeneración se empezó a plantear como decadente, dando la esperanza de un cambio verdadero, dirigido hacia la acción bélica.

A modo de conclusión, podemos decir que las caricaturas producidas en Bogotá, entre 1886 y 1899, configuraron un discurso alternativo al oficial. Dentro de este discurso, se configuraron varias visiones sobre la realidad, coherentes entre sí, que emplearon símbolos tradicionales en su composición. Pero estas visiones fueron más cercanas al desconsuelo que a la risa, mostrando una cara desconocida sobre el periodo. Pese a la claridad de las imágenes, los productores, no descuidaron al lector, guiando su interpretación por diversos medios, principalmente textuales. Por medio de columnas o artículos anexos, algunas imágenes trascendieron sus fronteras hacia significados ajenos a las mismas.

 


[1]                Marianne, la República Francesa fue el modelo o patrón a seguir en esta representación de Colombia.  Los orígenes de Marianne se remontan, a la representación griega de la Libertad, al cual era una mujer joven con un cetro en la mano, símbolo del imperio y en la otra un bonete, que significaba la liberación de los esclavos. Esta alegoría reapareció en 1792, año de la fundación de la primera República Francesa, año en que el concepto República cobró vida como valor, anteriormente era una forma de gobierno opuesta a la realeza. Marianne, era una mujer joven, lucía en la cabeza el gorro frigio símbolo de la liberación de los esclavos y esgrimía la pica en su mano derecha, como muestra del poder de la soberanía popular. En el siglo XIX esta representación inspiró a las recién formadas repúblicas hispanoamericanas.

[2]                El Zancudo, 2, 3 de Abril de 1790, p. 7.

[3]                El Banco Nacional fue establecido en 1881 y se convirtió en pieza clave de la política económica del proyecto regenerador. Con el estallido de la guerra civil de 1885 se paralizaron las rentas de aduanas, fuente principal de recursos para el gobierno, el cual los sustituyó con emisiones. El gobierno impuso el curso forzoso, desde 1885 hasta la promulgación del decreto 104 de 1886, que fijó como unidad monetaria el billete del Banco Nacional de la serie de un peso, introduciendo el régimen de papel moneda. A partir de ese momento, el gobierno se financió en buena parte mediante emisiones y trató de garantizar el control de la oferta de dinero con ciertos topes. Sin embargo, estos límites no se respetaron, al efectuarse las llamadas emisiones ilegales o clandestinas. Estas emisiones produjeron el descalabro con el sistema de papel moneda, lo que condujo a una situación de exceso de circulante e inflación. La creciente inflación, la oposición de importantes sectores públicos y privados y las revelaciones sobre emisiones ilegales hicieron que en 1894 se liquidara el Banco Nacional y se creó la llamada sección liquidadora, bajo la inspección del Ministerio del Tesoro y la junta de emisión. La guerra civil de 1895, condujo a una nueva emisión masiva de billetes del Banco Nacional, los que llegaron a una cifra cercana a los $ 30’000.000, terminada la guerra. El banco entró en liquidación definitiva a partir de mayo de 1896, aun así sus billetes siguieron circulando hasta 1903, ya que, por efectos de la guerra de 1899, el gobierno ordenó a la junta de emisión y a la sección liquidadora proporcionar los recursos para sostener los gastos bélicos.  Astrid Romero, “La Regeneración y el Banco Nacional”, Boletín Cultural y Bibliográfico 26, (1990), Bogotá. - http://www.lablaa.org/blaavirtual/boleti5/bol26/regenera1.htm#*

[4]                El texto anexo a este grabado habla de los vampiros como siete querubines con sus largas uñas, en tono irónico para evadir la censura.

[5]                El Clarín, 14, 22 de Mayo de 1898,  p. 2.

[6]       El Zancudo, 14, 10 de Agosto de 1890. p. 1

[7]                El Zancudo, 12, 20 de Julio de 1790, p. 2.

[8]                En este periodo una de las tantas inconformidades de los ciudadanos y fuertemente juzgada por la prensa es el aumento de las contribuciones sumado al alto costo de vida: 1890: imposición y elevación del impuesto de tránsito de carruajes en Bogotá. 1890 Creación y aumento del impuesto a juegos, rifas, teatro, espectáculos públicos, licores y puestos en la plaza. 1890  Alza al impuesto de la sal y fletes. 1892 Gravámenes a la producción de la miel.  1892 estancamiento a la venta del tabaco, cigarrillos y fósforos y así sucesivamente los posteriores años.