Quizás no haya en Bogotá una manzana con tanto valor histórico como la ocupada por el Palacio Liévano, entre las calles 10ª y 11 y carreras 8ª y 9ª. En abril de 1539 acamparon en este lote los 160 soldados de la tropa de Sebastián de Belalcázar, “adornados de sedas y ricos penachos”, según relata el cronista Eduardo Posada, mientras se hacía la fundación jurídica de la ciudad. Años después, tras el establecimiento del gobierno español, este terreno baldío del costado occidental de la Plaza Mayor o de Bolívar fue destinado para edificios públicos de enorme importancia: allí estuvieron la Cárcel de Mujeres o Divorcio, las Escribanías, el Despacho de los Alcaldes, la sede del Cabildo y el Tribunal de Cuentas; también y sobre la esquina norte de la misma cuadra, la casa de la familia de Francisco Sanz de Santamaría, que sirvió hasta 1810 de residencia en alquiler de varios virreyes y patriotas, como Amar y Borbón, Bolívar y Nariño.
Como los terremotos de 1827 y 1828 afectaron las estructuras de estas edificaciones, los hermanos Juan Manuel y Manuel Antonio Arrubla construyeron en 1848 las llamadas Galerías Arrubla y allí mismo, en la mitad de esta cuadra, siguió funcionando la sede de la municipalidad. El incendio del 20 de mayo de 1900, iniciado en el local del ciudadano alemán Emilio Streicher, acabó con la sede de la compañía de teléfonos y destruyó el archivo histórico bogotano, donde se guardaban los documentos recopilados en dos siglos y medio de administración colonial y en uno de vida republicana.
A pesar de la destrucción, los propietarios de los treinta almacenes de las galerías –a iniciativa del ingeniero Indalecio Liévano- decidieron reconstruir el edificio con un diseño del arquitecto Gastón Lelarge, en un estilo que algunos denominan como de “Renacimiento Francés”, con techo coronado por mansardas y detalles ornamentales en hierro. Así, a partir de 1910, cuando se completaron las obras se ubicaron y fusionaron en este nuevo edificio la sede de la alcaldía, -en el llamado Palacio Municipal, entrando por la calle 10- y por la carrera 8 el edificio Liévano, con locales bajo sus arcadas, y que finalmente fue comprado en 1974 a los familiares del ingeniero y a los propietarios de los almacenes comerciales para realizar un proyecto general de restauración que fue adecuado como sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Sin embargo, la parte trasera de la manzana se fue deteriorando; muchas de las casas coloniales fueron demolidas y los antiguos solares se convirtieron en parqueadero; en el costado norte, en la calle 11, funcionaron el Concejo, luego su biblioteca y por último la Secretaría Distrital de Integración.
Con los años, el aumento de la planta de personal de la administración y la estrechez de las oficinas del palacio Liévano hicieron necesario no solo renovar el uso de este histórico lote sino -más importante todavía- construir allí una nueva edificación para concentrar la actividad del despacho del Alcalde Mayor de Bogotá, la Secretaría General y la Secretaría de Gobierno. En realidad, la dispersión de funcionarios y la calidad de los espacios y puestos de trabajo de los servidores y servidoras del gobierno distrital urgía una pronta respuesta; la solución fue erigir un solo lugar para resolver fallas de coordinación y reducir costos de operación construyendo y adecuando espacios físicos en la Manzana Liévano.