Aunque no es propiamente un texto religioso, el Archivo de Bogotá destaca este documento histórico por la visita del Papa Francisco a Cartagena de Indias el domingo 10 de septiembre de 2017. En este texto patrimonial se pueden encontrar poemas, alegorías y descripciones costumbristas de esta región durante 1910.
La celebración del primer Centenario de la Independencia en 1910 condujo a numerosas modificaciones de carácter gubernamental y territorial en la ciudad. No obstante, también sirvió para reafirmar muchos de los valores y símbolos nacionales que habían sido implantados durante la Regeneración (1886-1902) y que empezaron a cuestionarse a partir de ciertos eventos como la pérdida de Panamá (1903) o la Guerra de los Mil Días (1899-1902). Fue, entonces, un nuevo aliento para el proyecto político conservador pensado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, que tuvo como objetivo construir la idea de una nación colombiana basada en la modernización económica, pero que no cuestionaba los pilares tradicionales de la identidad nacional: un mismo pueblo, el mestizo; una misma lengua, el castellano; y un mismo credo, el católico.
A pesar de ser una institución del Antiguo Régimen, la Iglesia católica fue una de las principales impulsoras del proyecto republicano a principios del siglo XIX, y también una de las principales promotoras de la Constitución Política de 1886, que le devolvió el control de los códigos morales y la educación del país que le había sido arrebatado a partir de 1863. De esta manera, es común encontrar documentos como la siguiente imagen tomada por Clímaco Nieto, fotógrafo de todos los registros incluidos en la Urna Centenaria de 1910. En ella podemos observar claramente el papel fundamental que ha tenido la Iglesia católica en la transmisión del nacionalismo, entrelazando la liturgia cristiana con la celebración de fechas patrias, asegurando su permanencia como institución más allá de las diferencias políticas entre liberales y conservadores.
Poner a debatir la religión católica con la política es la base de aquellas tradiciones filosóficas que ven la necesidad de establecer en el Estado moderno un rector moral de las sociedades. Este fue el caso de Los Principios, publicación que vio la luz en una época en la que la mayoría de la prensa política producida desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX estaba basada en opiniones que situaban como único referente moral a los valores cristianos tradicionales, llegando incluso a difundir discursos de diferenciación social y de género justificados con base en la teología cristiana.
Es por ello que el número 10, de septiembre de 1910, del semanario Los Principios, revista dirigida y administrada por Martín Restrepo Mejía, reúne todos los aspectos de la prensa política conservadora y nacionalista de principios del siglo XX. Esta dedica la primera parte de sus páginas a información de carácter gubernamental y administrativo sobre ciudad de la misma forma que lo hacían las publicaciones institucionales como La Gaceta Oficial o el Registro Municipal. La idea con ello era generar un punto de referencia para luego exponer en su parte no oficial, una opinión pública sobre distintas medidas políticas, dentro de las que se destacan los llamados de atención sobre obras públicas, los pleitos entre eclesiásticos y la necesidad de mantener una estrecha relación entre la Iglesia y el Estado.
Con motivo del primer Centenario de la Independencia en 1910, la revista El Hogar Católico publicaría una edición ordinaria de acuerdo con su calendario, seguida de otra extraordinaria, dedicada únicamente a la celebración de esta fiesta patria. La edición patriótica es una compilación de los números 29 y 30 de julio de 1910, que en su primera página resume el espíritu de esta publicación en la siguiente dedicatoria:
"‘EL HOGAR CATÓLICO’ les rinde tributo de gratitud por su heroísmo y abnegación, por las virtudes cívicas de que dieron alto ejemplo y por el vivo anhelo que siempre tuvieron en mantener incómulos los fueros sagrados de la Religión Católica."
A raíz del primer Centenario de la Independencia en 1910, el Concejo de Bogotá y la Comisión del Centenario de Independencia decidieron realizar una cápsula del tiempo que conservara 105 documentos referentes a la situación demográfica, urbanística, cultural y social de Bogotá después de las grandes reformas en materia presentadas durante el Quinquenio de Rafael Reyes (1904- 1909). De esta manera, la Urna Centenaria podría entenderse como un objeto producido en conmemoración al Centenario de la Independencia de 1910, que a su vez, reúne 32 documentos textuales, 2 manuscritos, 67 fotografías, un afiche y varias carpetas que hablan en su mayoría sobre la conmemoración de este evento. Luego, esta muñeca rusa de le memoria, a su vez contenido y contenedora del espíritu de las fiestas patrias, es uno de los tesoros mejor guardados en el Archivo de Bogotá, que después de su apertura en el año 2010 sacó a la luz numerosos misterios como la aparición de una nota puesta por el cerrajero de la caja, el paradero desconocido de su llave – para lo cual tuvo que abrirse a través de un mecanismo externo al del mismo objeto – y la aparición de un reducido círculo social entre los nombres más notables de la ciudad.