La conservación y restauración documental en Colombia desde la mirada y trayectoria de una de las grandes mujeres del sector

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La conservación y restauración documental en Colombia desde la mirada y trayectoria de una de las grandes mujeres del sector

Por: mllaiton
Publicado el: Marzo 2021
GloriaVargas
La profesión de conservación y restauración es un área ocupada en su mayoría por mujeres apasionadas e inspiradas por otras, que han venido dejando huella en el sector archivístico colombiano.

Por Lorena Laiton, Profesional Universitaria, Dirección Distrital de Archivo de Bogotá

En el marco de los “Derechos de las mujeres”, temática que ha venido abordando el Archivo de Bogotá en marzo de 2021 Gloria Vargas Tisnés, profesional en el área que se ha ganado el reconocimiento y cariño en el sector gracias a sus valiosos aportes, nos comparte su experiencia y su amor por esta profesión, ejercida mayoritariamente por mujeres.

Gloria es profesional en Conservación y Restauración de Bienes Muebles, Maestra en Historia, Autora del libro "La Nación de los Mosaicos: relaciones de identidad, literatura y política en Bogotá (1856-1886)"; Docente investigadora de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Externado de Colombia y candidata al doctorado en Historia y Humanidades en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla-España) cohorte 2019-2022.

¿Desde su trayectoria como conservadora qué resalta del ejercicio de la conservación y preservación documental?

A lo largo de la historia, sin prácticas y medidas de conservación; individuales, colectivas, institucionales, y sin personas dedicadas a ordenar o a cuidar pacientemente los acervos documentales, sencillamente no existirían los archivos, y sin la organización de archivos no hubiera sido posible el Estado Moderno como hoy lo conocemos, un Estado de Derechos, que en esencia es la razón del origen de los Archivos, como la necesidad de ordenar las relaciones sociales en torno a lo que hoy llamamos “instituciones”, por medio de un seguimiento y control “documental”, como base para la administración y la garantía del orden social, en consecuencia, base para el gobierno transparente, la reconstrucción histórica, la apropiación de memoria, la gestión de conocimiento y el ejercicio de la cultura política como ciudadanos.

Con esto quiero decir que en occidente la configuración del Archivo, como producto de la gestión institucional de un Estado, es resultado de un gran ejercicio de conservación documental. Valga decir que en la antigüedad el “archivero” no se diferenciaba del cuidador, en la Grecia clásica el funcionario delegado para manejar el archivo no solo tenía rango ministerial, y debía dar cuenta de la organización y manejo de la documentación, sino también de las medidas para su seguridad y la conservación de su soporte material como auténtica fuente de veracidad en el asunto que fuere, en muchos casos se le exigía además que durmiera en el recinto, como principal custodio de su integridad física.

Conservador, archivista, notario, historiador o humanista y administrador, no eran roles tan claramente diferenciados como en los tiempos modernos y el funcionario designado como responsable del archivo usualmente debía responder por todas estas actitudes de conocimiento. La división disciplinar nacida de la modernidad ilustrada generó estas especializaciones que por fuerza del propósito se atraen como magnetos a un mismo imán. La conservación documental no es posible sino gracias a una actividad interdisciplinaria entre prácticas hoy separadas disciplinarmente, y a las que han venido a sumarse otras en desarrollo de estas mismas necesidades modernas, como el derecho a la información y a la apropiación de la cultura, que cruza nuevos actores como diseñadores, curadores, gestores y mediadores digitales, entre otros.

¿Cuál es la trascendencia o impacto del ejercicio de esta profesión en las comunidades / ciudades?

En este sentido el propósito de un restaurador/conservador de patrimonio documental no es solo lograr por medio de técnicas y estrategias prácticas la conservación integral del documento y su información desde el mismo momento de su producción, interviniendo para ello en las diferentes fases de su trayectoria de gestión documental, sino lograr los medios para su adecuada apropiación por parte de la comunidad que ha producido este patrimonio.

Hoy sabemos que un archivo bien gestionado y conservado es la primera garantía para el ejercicio de los derechos ciudadanos y de la construcción de historia y memoria para la comunidad que los produce; como ya mencioné, no puede pensarse en Estado moderno sin la adecuada gestión y conservación de archivos. En este orden de ideas los archivos municipales son verdaderas joyas en la representación de estos propósitos fundamentales, desde la gestión administrativa hasta su más compleja comprensión como producto de la convivencia social.

Archivos municipales de envergadura que han logrado convertirse en verdaderos ejes para la articulación del gobierno de las ciudades y casa de la historia, y la memoria para la construcción del tejido social son por ejemplo los archivos municipales de Lisboa en Portugal, el archivo de Barcelona en España, el Archivo de Rio de Janeiro en Brasil, verdaderos ejemplos de vanguardia en la gestión archivística, la conservación documental y la gestión histórica y de conocimiento. Para no ir más lejos, desde el mismo momento en que inició la pandemia estos archivos se propusieron gestionar la construcción de archivos que den cuenta de este periodo excepcional y su impacto en la vida administrativa y social de estas ciudades, iniciativa también proyectada por el archivo de Nueva York, entre otros reconocidos.

¿Qué le dirías a los futuros y nuevos profesionales del sector?

Que hay cientos de colecciones y acervos documentales en este país, públicos y privados, que requieren de la mirada interdisciplinaria del conservador, como un profesional que integra el saber práctico, de las técnicas de conservación documental y archivística y/o bibliográfica -y los procedimientos de ciencia según el caso-, con la sensibilidad y el conocimiento humanístico para gestionar su valoración, organización y apropiación de este patrimonio. Siendo como son los archivos y las bibliotecas las verdaderas canteras para la construcción histórica y el fortalecimiento del lazo social, desde el ejercicio de derechos ciudadanos soportados en sencillos derechos de petición o complejas tutelas, hasta el pequeño cuaderno de viaje que guarda el testimonio de una mujer que en tiempos de independencia soñó con la libertad y montó escuela.