Luis Carlos Galán Sarmiento acompañado de su esposa, Gloria Pachón Castro, sus escoltas y asesores de
campaña durante un desfile por la Avenida Carrera Séptima para promocionar su candidatura presidencial en
1989. Fotografía: Vicky Ospina. (1989). Colección Viki Ospina, Archivo de Bogotá, Bogotá.
Durante la década de los años ochenta el país atravesaba una fuerte inestabilidad política y social que marcaría a la sociedad colombiana durante décadas. Por un lado, el narcotráfico y la corrupción política empezaban a desatar escándalos en los medios de comunicación y al interior de las instituciones públicas, mientras que el conflicto armado contra los grupos armados creados durante la segunda mitad del siglo XX se intensificaba. Los discursos y las viejas fórmulas de gobierno establecidas entre liberales y conservadores no daban cuenta de las necesidades de una sociedad que había crecido de manera exponencial y en la que cada día se acentuaban aún más las desigualdades sociales.
En este contexto surge la figura de Luis Carlos Galán Sarmiento (1943-1989): político bumangués criado en el seno de una familia liberal gaitanista que desde muy temprano inició su carrera política asesorando a mandatarios liberales como Carlos Lleras Restrepo (1908-1994), para luego forjar una propuesta política independiente, conocida como el Nuevo Liberalismo.
Como servidor público con una impecable hoja de vida –fue elegido para importantes cargos, como ministro de Educación 1970-1972 y concejal de Bogotá 1980-1984–, y como candidato presidencial en dos ocasiones, 1982 y 1989, Galán se caracterizó por hacer de su “nuevo” liberalismo una apuesta para contraatacar el fuerte influjo que el narcotráfico había tejido sobre todas las esferas políticas y sociales del país. Su oratoria pasional y el contenido de sus discursos políticos, basados en denuncias a los partidos políticos tradicionales, el conflicto armado interno y la sociedad civil permisiva con la corrupción, llevaron a que se le considerara como sucesor de Jorge Eliécer Gaitán (1903-1948).
Galán marcó un hito del liberalismo crítico que empezaba a gestarse en el país a raíz de fuertes críticas que recibía el entonces presidente, Virgilio Barco (1921-1997), también liberal. Su asesinato, junto con el de su escolta Santiago Cuervo y del concejal Julio César Peñalosa, que lo acompañaban en la plaza de Soacha (Cundinamarca) el 18 de agosto de 1989, sumado a los numerosos magnicidios que tuvieron lugar a lo largo de la década, fue el preludio de la intensa oleada de violencia y miedo de los años noventa del siglo XX en el país. Estos crímenes también intensificaron las denuncias públicas contra la corrupción, el narcotráfico y la falta de garantías para los líderes políticos en el país, en un momento histórico caracterizado por la censura y el silenciamiento de este tipo de casos.
Sobre la fotógrafa
Viki Ospina, fotógrafa barranquillera nacida en 1948, es considerada una de las primeras y más importantes reporteras gráficas del país. Aportó al fotorreportaje en Colombia por su capacidad de llevar la captura fotográfica a lugares no convencionales para su época, al igual que muchos de sus contemporáneos. La fotografía de Viki Ospina se caracterizó por no tener límites al presentar los espacios más íntimos de la vida social de los sectores populares en las plazas de mercado, los diversos paisajes de la geografía nacional y los personajes que día a día habitan la calle. Aunque sus fotos más reconocidas hagan referencia a sucesos de la historia política del país, como la toma del palacio de Justicia (1985) o la candidatura de Luis Carlos Galán Sarmiento (1998), muchas de sus mejores capturas pueden encontrarse en las procesiones de Semana Santa a Monserrate, y en general en sus retratos de la vida cotidiana de las calles bogotanas y los barrios populares de los años noventa del siglo XX.
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