La creación de la Imprenta Municipal surgió de la necesidad de que Bogotá contara con sus propios medios de difusión para dar a conocer las actividades administrativas o trabajos oficiales que la Administración municipal y sus dependencias desarrollaban en favor de la mejoría de condiciones para los habitantes de la ciudad.
Aunque desde 1863 la ciudad tenía un periódico denominado “El Municipal”, en donde se daba a la publicidad los actos oficiales de la Administración, su impresión en imprentas particulares, junto con los altos costos de la papelería oficial que se encargaba en aquel entonces a la Gobernación de Cundinamarca, condujeron a la inevitable, por lo necesaria, creación de una dependencia encargada de todas estas labores en la administración de la Bogotá.
La primera acción encaminada a la formación de la Imprenta para la ciudad se dio en 1918, cuando el Concejo ordenó la compra de una Imprenta para el servicio del municipio, esgrimiendo como argumento principal los altos costos que significaba para las arcas municipales la publicación de impresos oficiales en imprentas particulares. En el acuerdo se estipuló que esta imprenta se dedicaría exclusivamente a los trabajos oficiales y se prohibía ejecutar en ella trabajos particulares.
Estas disposiciones condujeron a la conformación oficial de la Imprenta Municipal, reglamentada a través del Decreto 34 de 1919, con el cual se asignaron los cargos y sus honorarios. Un año después, en 1920, se autorizó la compra de dos máquinas de linotipo con destino a esta entidad, que reforzaron y ampliaron la capacidad de producción de publicaciones oficiales de la ciudad. Esta conformación de la Imprenta, ubicada bajo la dirección de la entonces Administración de Obras Públicas fue, en principio, sencilla pero con la capacidad suficiente para responder a las necesidades de la Administración Municipal.
En pocos años, la nueva imprenta no sólo cumplía a cabalidad sus funciones sino, más importante, en el año 1929 el Concejo resaltó su crecimiento en todos los sentidos y los importantes servicios prestados a todas las dependencias del municipio, los cuales eran evidentes si se comparaban a los del año 1919.
En 1934 el Concejo Municipal afirmaba que la Imprenta “funciona bajo la dirección muy acertada de un competente funcionario público, y está servida por varios obreros pagados a jornal. El rendimiento de la Imprenta es muy satisfactorio, pero es necesario dotarla de mayores elementos para ampliar sus labores.
Al llegar la década de los cuarenta, la estructura de la ciudad era más compleja y por ende la de sus dependencias y, claro, la Imprenta no podía ser la excepción. La evolución orgánica y técnica de la Imprenta fue descrita en el informe presentado por el Secretario de Gobierno del año 1950, José Manuel Cuellar, quien afirmaba, en esa ocasión, que era “la dependencia mejor organizada de cuantas había en el municipio”.
Durante las décadas de 1960 y 1970, la Imprenta Distrital no sufrió grandes modificaciones en su estructura pues la creación de secciones de que fue objeto en los años anteriores actualizó su tecnología y brindó una estabilidad administrativa a la dependencia. No se quiere decir con esto que sus funciones o actividades se hubieran estancado, todo lo contrario, su acrecentamiento fue continuo como lo demostró el crecimiento presupuestal en personal de planta a lo largo de cada una de las vigencias fiscales de los años venideros.
Con la nueva Constitución Política promulgada en el año 1991, se abrió un nuevo capítulo en la Administración Pública de la ciudad. En efecto, Bogotá tuvo la oportunidad de enfrentar una de sus más grandes transformaciones, la cual se cristalizó con el Estatuto Orgánico de Bogotá, el cual, particularmente en su Artículo 38 sobre atribuciones del Alcalde Mayor, abrió la puerta para el más importante cambio en la estructura de la Imprenta Distrital. Éste se comenzó a materializar, cuando fue expedido el Decreto 917 de 1994, que dio una nueva estructura orgánica y estableció funciones a la Secretaría de Gobierno en todas sus dependencias. Esta norma marcó el nuevo destino de la Imprenta, definido en el Artículo 15, que trasladó la Imprenta Distrital bajo la dependencia de la Secretaría General como una nueva División ”. Esto fue ratificado por el Decreto 951 de ese mismo año, que creó la Unidad de Imprenta y Publicaciones dentro de la Secretaría General. Allí residiría administrativamente la Imprenta Distrital, con las siguientes grandes funciones:
Entre otras, programar y ejecutar, de acuerdo con criterios de prioridad de la Administración, los trabajos de impresión litográfica y/o tipográfica requerida por las Entidades Distritales. Y emitir el "Registro Distrital", de conformidad con el reglamento y con las frecuencias aprobadas.
La creación de esta unidad abrió el espacio para que la Imprenta tuviese un lugar dentro de la estructura de la Secretaría General, lo que no significó un cambio de nombre o de denominación de ésta. Además esta dependencia debía pertenecer o depender de un superior, que fue determinado por el Decreto 663 de 1995, por medio del cual se determinó la estructura interna y se establecieron las funciones de las dependencias de la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C. Fue así como la Imprenta se ubicó inicialmente dentro de la Sub-Secretaría General como la primera oficina de esa dependencia obteniendo la importancia correspondiente .
Finalmente, el traslado de la Imprenta quedó ratificado y completado por medio del Decreto 674 de 1995, que efectuó la transferencia de toda la planta de personal hacia la Secretaría General. En esta nueva etapa, la Imprenta Distrital quedó ubicada como una de las dependencias más importantes para la Secretaría General, soporte principal del Alcalde Mayor y de todas sus acciones.