Por María Eugenia Hernández Carvajal - Área de Investigación, Archivo de Bogotá
Según el historiador Renán Silva, “en el año de 1653 fray Cristóbal de Torres, fraile dominico que ejercía en Santafé como arzobispo, fundó el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, entregando el manejo a sus hermanos de Orden y dejando para el Colegio el legado económico más importante para obras educativas durante el siglo XVII, constituido por haciendas de tierra caliente –dotadas con trapiches, ganado y esclavos-, construcciones urbanas rústicas, solares y dinero. Un año después había comenzado ya la inexorable ruina de las propiedades legadas, se había iniciado la disputa entre el patrón fundador y la Orden de Predicadores por el manejo económico de las propiedades, y por la orientación social del Colegio que fray Cristóbal había destinado como institución para la nobleza secular del Reino”.[1]
Ya para 1654, fray Cristóbal retiró de la administración del Colegio a la Orden de Predicadores y también inició el trámite para expulsar a sus compañeros de orden, entregando el rectorado a don Cristóbal de Araque, antiguo colegial del Colegio de San Bartolomé[2], quien venía de una familia de encomenderos y mineros muy importante de la ciudad de Pamplona[3] y por su poder económico, también muy influyente en Santafé. Este fue un duro litigio que se prolongó por ocho años después de la muerte de su fundador en 1655, hasta que Felipe IV dio la orden de poner en posesión del rectorado a Cristóbal de Araque y en 1664 expidió la Cédula Real que ordenó la “secularización” del Colegio, porque de todas formas los dominicos lo habían convertido en colegio de religiosos, contrario a los deseos de fray Cristóbal. De esta manera el Colegio Mayor del Rosario se convirtió en el único donde podían estudiar los seglares del Nuevo Reino. Este panorama nos muestra otro aspecto de gran importancia en la sociedad colonial neogranadina y es la influencia del clero en la educación.
Siendo arzobispo de Bogotá en 1635 fray Cristóbal de Torres, en la calidad de su investidura eclesiástica, con carta dirigida al Papa Inocencio XI, manifestó su deseo de fundar un Colegio Mayor dado el enfrentamiento de la Universidad Tomística con la Javeriana, momento histórico propicio para la fundación de un colegio que se quiso inaugurar bajo la devoción y protección de nuestra señora del Rosario. “en este recinto se quiere albergar a treinta colegiales seculares: diez teólogos aspirantes al sacerdocio secular, diez canonistas y legistas que se ocupan del "trato político" y diez médicos que se consagran a conservar la vida humana” [4].
Desde las primeras peticiones de autorización para la fundación del Colegio Mayor, podemos ver que el Arzobispo fue muy claro en que quería formar en este claustro aspirantes al clero secular así como seculares que prestaran un gran servicio a la sociedad con estudios en medicina, en derecho canónigo y civil y en teología. No precisamente que solo aspiraran los miembros de la orden de los hijos de Santo Domingo.
El 31 de diciembre de 1651 se recibió la Cédula Real en la que se dio licencia para fundar el colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario: “por cuanto por parte del muy reverendo in Christo, Padre don fray Christóbal de Torres, arzobispo de la iglesia metropolitana de la ciudad de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada, de mi Consejo: se me ha representado que motivo de la gran falta que hay en aquel Reino de personas.
[1] Renán Silva, Universidad y sociedad en el Nuevo Reino de Granada, Medellín: La Carreta Histórica, 2009. Pág. 67.
[2] Ídem.
[3] Germán Colmenares, Encomienda y población en la provincia de Pamplona 1549-1650, Bogotá: Tercer Mundo, 1998.
Silvano Pabón Villamizar, Historia del poblamiento y construcción del espacio hispánico en Pamplona, Cúcuta: Cámara de Comercio de Cúcuta, 1996.
[4] Mayorga García, Fernando (2013). La estatua de Fray Cristóbal Torres, en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Editorial Universidad del Rosario. Pág. 14.