En 1910, año del centenario de la independencia, Bogotá era capital de la nación, capital del departamento y capital de la provincia de su mismo nombre, era la ciudad más poblada del país con 100.000 habitantes en 1905 y 121.257 en 1912 particularidades por las que fue el epicentro de los actos conmemorativos de los sucesos ocurridos el 20 de julio de 1810.
Ya desde 1907 se había iniciado la planeación de esta celebración, cuando el presidente Rafael Reyes ordenó que se conformara una Comisión Nacional que se encargaría de “preparar los programas y proyectar las medidas necesarias para (...) la celebración del Centenario de la independencia nacional”.
La Comisión, creada en octubre del mismo año, estuvo compuesta por Manuel Vicente Umaña, Secretario General de la Presidencia, Jorge Vélez, Gobernador del Distrito Capital, Rafael Uribe Uribe y Marceliano Vargas; como Secretario general de la Comisión fue nombrado Enrique de Argáez. Ante el retraso en el proyecto, una nueva Comisión Nacional del Centenario fue conformada
El 27 de junio de 1910 el Concejo de Bogotá aprobó una proposición presentada por Emiliano Isaza a la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia, que consistía en “depositar en la Municipalidad una urna de metal cerrada y sellada”, con indicación de abrirla el 20 de julio del 2010.
En efecto, el 31 de octubre de 1911 durante una sesión extraordinaria del Concejo, el presidente de la corporación ordenó colocar en la urna las publicaciones, fotografías y una relación minuciosa de los festejos del centenario, hecha por el Personero Municipal, junto con un acta de clausura realizada en pergamino y suscrita por los asistentes. Los Concejales introdujeron todos los objetos indicados de acuerdo con el inventario, cerraron la caja ante el Notario Segundo y entregaron la llave al Presidente del Concejo
Pasada la euforia de la Celebración del Bicentenario, y con el consolidado en mano de todos los documentos encontrados en la Urna Centenaria, el legado contiene una reproducción del Acta de la Independencia, litografiada en la casa Víctor Sperling, de Leipzig, Alemania, en 1910; el álbum de costumbres colombianas según dibujos de José Ramón Torres Méndez; una fotografía que documenta la antigua tumba de Gonzalo Jiménez de Quesada, en el cementerio Central; y un libro con las fotografías de todos los mandatarios colombianos entre 1810 y 1910, en que la se destaca la foto de un fugaz presidente por cinco días de 1896, Guillermo Quintero, también concejal de la ciudad y uno de los firmantes del Acta de Cierre de la Urna Centenaria, en octubre de 1911.
Tampoco se puede restar importancia al diverso número de libros y periódicos: ediciones especiales de la Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, del Boletín de Historia y Antigüedades, de la Revista Médica de Bogotá, de la revista del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de la Biblioteca Apolo y del Periódico La Fusión. Se destaca, igualmente, “Ofrenda a la Patria”, una compilación de discursos, artículos y conferencias de Adolfo León Gómez- descendiente del Tribuno del Pueblo, José Acevedo y Gómez- y que puso al autor en una disyuntiva: financiar la edición de su libro o dejar el dinero de la impresión para el futuro de sus hijos. “Juzgaba cargo de conciencia destinar una suma para mi no despreciable, en publicar un libro en esta tierra donde desgraciadamente pocos leen o los más lo hacen pidiendo prestado o regalado el ejemplar”.
En total, cien piezas de enorme valor histórico y documental, y entre las que habría que destacar la fotografía del Secretario del Concejo Municipal, Antonio M. Londoño, quien pidió a las autoridades del 2010 protección y ayuda a sus descendientes, en caso de que estuvieran desamparados, y que la Alcaldía Mayor –tras una rápida búsqueda- encontró a sus nietos, biznietos y tataranietos, a quienes entregó copia facsimilar de aquella conmovedora carta.
Desde hace siete años se ha hecho un exigente proceso de recuperación y conservación de este valioso patrimonio documental de Bogotá y del país. El equipo de expertos del Archivo de Bogotá –conformado por historiadores, restauradores, paleógrafos, microbiólogos y encuadernadores - se dio a la tarea de preservar el legado de una generación que, como esta, tuvo la oportunidad de hacer la transición de la sociedad colonial a la republicana.
Fotografías: Fondo Urna Centenaria/Archivo de Bogotá.