Por: Luis Enrique Rodríguez B. - Historiador Archivo de Bogotá
Desde la Colonia y hasta mediados del siglo XX, uno de los problemas más evidentes de la ciudad fue el alcantarillado.
Al comenzar los años cincuenta las deficiencias del alcantarillado de Bogotá eran inmensas. Basta con saber que solamente una tercera parte del área de la ciudad, definida por el Plan Piloto para Bogotá, contaba con alcantarillado y que un 40% del alcantarillado del centro se encontraba en condiciones que lo hacían prácticamente inservible.[1]
Fotografías: Fondo Acueducto de Bogotá EAAB - Archivo de Bogotá
Ya desde 1946, la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria había iniciado con las autoridades de Bogotá las gestiones para que se diseñara un plan de alcantarillado, que en 1952 seguía siendo una idea. El problema del manejo de las aguas negras era ya en esos años de gran magnitud. Los peligros para la higiene eran evidentes y, además, existía conciencia sobre la contaminación que se estaba causando al río Bogotá; todo lo cual exigía un adecuado tratamiento de las aguas negras y, en general, un completo y bien planeado sistema de alcantarillado.[2]
Fotografías: Fondo Acueducto de Bogotá EAAB - Archivo de Bogotá
Con la creación de la EAAB se hizo la incorporación de la administración del alcantarillado. La Junta Directiva creó una serie de puestos, e hizo los respectivos nombramientos, del recién formado Departamento de Alcantarillado. Este se constituyó a partir de la Dirección, la Sección de Estudios, la Sección de Obras y la Sección de Servicio. Se trasladó de esta manera del municipio a la EAAB la administración y el manejo de los servicios de alcantarillado.[3]
Al momento de recibir esta función no se contaba con un estudio serio y detallado del sistema, ni se conocía su extensión ni condiciones. Apenas si había un estudio preliminar pero no había planos topográficos.[4]
Fotografías: Fondo Acueducto de Bogotá EAAB - Archivo de Bogotá
Así que, concomitantemente con los procesos de cambio y constitución de la EAAB, se fue desarrollando un plan de mejora sustancial de este tema que para el año 1950, por medio del decreto 619, "fijó los primeros números índices para las liquidaciones de cuotas de alcantarillado que debían pagar los propietarios de bienes raíces en la ciudad." Al tiempo, la empresa tomó otras medidas para la consecución de fondos destinados en exclusiva para las obras del alcantarillado.[5]
Fotografías: Fondo Acueducto de Bogotá EAAB - Archivo de Bogotá
El proyecto de alcantarillado concebido en esos años tenía tres obras principales:
1. Desarrollar una red de colectores en el área urbana. Los existentes apenas si cubrían un 30% de la ciudad; en otras partes existían los de la época colonial y en el resto del área urbana simplemente no había.
2. Construir colectores emisarios hasta la planta de tratamiento. Las aguas lluvias podían seguir corriendo por canales abiertos que eran mucho más económicos, pero urgía construir dispositivos de separación para los líquidos cloacales y las aguas lluvias.
3. La planta de tratamiento final, las estaciones de bombeo y los conductos para llevar el afluente hasta el río, en el sitio convenientemente escogido.[6]
El paso siguiente fue contratar con el Instituto Geográfico Agustín Codazzi la elaboración de un plano fotogramétrico de Bogotá, con fines de planificación de las obras de alcantarillado y otras obras del servicio de la Empresa.[7]
A finales de 1958, con el desarrollo de las actividades propuestas, se habían adelantado las siguientes obras:
La creación del Distrito Especial de Bogotá implicó atender las necesidades de alcantarillado de los seis municipios anexados. Usme, Bosa, Fontibón, Engativá, Suba, Usaquén tenían situaciones muy precarias de suministro y muy malas de alcantarillado, por lo que un cálculo del costo de las obras sobrepasaba en mucho el aporte de las tarifas de los municipios; por lo que la ciudad se vio en la necesidad de aportar dineros propios para desarrollar los servicios en los municipios anexados.