La Imprenta Distrital, junto con la Tesorería y la Personería, es una de ellas. Millones de carteles, afiches, volantes, formatos, boletas, cartillas, instructivos, periódicos, revistas y libros impresos, han permitido a la Administración de la ciudad, a lo largo de ya casi cien años, comunicar lo que piensa, concertar lo que quiere hacer y dar cuenta de sus realizaciones; en definitiva, construir una ciudadanía informada, cimiento de la legitimidad. Ya desde los albores de la época republicana, comunicar lo público ha sido prioridad de gobierno.
Los medios empleados para este propósito fueron múltiples. El pregón -ese caracterizado medio que a voz en cuello enteraba a los habitantes de las decisiones de jueces, cabildos, magistrados, oidores, virreyes y reyes- convivió y se combinó durante un largo periodo con los edictos. El pregonero leía textos manuscritos en los sitios de aglomeración de gentes, como en el mercado, en la misa y en otras partes propicias para la socialización, y cumplía así con la misión encomendada de informar acerca de las situaciones que los gobernantes consideraban necesario para ser divulgadas y sabidas por la opinión.
Si bien en Europa estos medios empezaron a desaparecer rápidamente con la irrupción y propagación de la imprenta -que provocó una explosión de medios impresos- en América y, particularmente, en la Nueva Granada, la tardía y lenta adopción de esta novedad tecnológica permitió una convivencia de formas que abarcaron desde finales del periodo colonial hasta bien avanzado el siglo XIX. Sin embargo, fue durante este siglo que se produjo en la naciente República una gran producción de medios impresos, especialmente periódicos.
En ese contexto surgió la Imprenta Municipal con el propósito de informar, comunicar, dar claridad a las actuaciones de la Administración de la ciudad y, a través del respeto al ciudadano, fortalecer los lazos entre éste y sus gobernantes.
Aunque desde 1863 la ciudad tenía un periódico denominado “El municipal”, en donde se daban a conocer los actos oficiales de la Administración, su impresión en talleres particulares, junto con los altos costos que ello implicaba, condujeron a la inevitable creación de una dependencia encargada de todas estas labores. Y así lo hizo en 1919, cuando estableció un taller de artes gráficas.
Desde entonces, la imprenta distrital es garantía de legitimidad para la ciudad. Primero, porque asegura el derecho a la información; segundo, porque es un instrumento que permite la rendición de cuentas de la administración y, tercero, porque es instrumento de legalidad. De ahí la importancia de su tarea.
La Imprenta Distrital es hoy una garantía del derecho a la información; un mundo privilegiado y particular en el que, de manera extensa, la Administración Distrital presenta a la ciudadanía informe de lo que hace. Al tiempo, la producción de la imprenta es un instrumento de rendición de cuentas, que deja constancia de los resultados y avances de la gestión de gobierno. Pero, fundamentalmente, su trabajo es garantía de memoria institucional.