El lugar donde Quesada fundó la ciudad de Santafé se llamaba, como hemos dicho, y es de todos sabido, Teusaquillo. Don Vicente Restrepo en su notable obra Los Chibchas, escribe Teusaquiyo, y se funda para ello en que los chibchas no tenían el sonido de la ll española. Cierto es esto, pero hallamos que tampoco tenían el de la y, pues ninguna palabra con este sonido traen el padre Lugo ni Don Ezequiel Uricoechea en sus Gramáticas chibchas. En ellas aparece esa letra y, pero no para ser pronunciada como consonante sino para denotar la pronunciación de una vocal entre i y e, como en quichyquiy (la comida). Quizá los chibchas decían Teusaquiio o Teusa, simplemente, y los españoles convirtieron las dos ies en ll, o le dieron un diminutivo español al segundo nombre.
Nos inclinamos, pues, por eso, a escribir Teusaquillo, no obstante la respetable opinión del Sr. Restrepo. Además, así escribieron tal nombre Ocáriz, el Padre Simón y los demás historiadores primitivos.
Uricoechea, grande autoridad en la materia, dice en su Gramática chibcha (página LVI): “No era Bogotá el nombre que le daban los chibchas a nuestra capital sino Theusa, Theusaquillo”; y él no pone la ll entre las pronunciaciones que faltaban a los chibchas sino la l. Piedrahita escribe Thybsaquillo, y lo mismo el padre Villamar en la Vida de la monja bogotana Francisco del Niño Jesús, que publicó en 1720.
El título de ciudad le fue dado a Santafé casi a los dos años de su primera fundación. La llegada de Quesada a España y los informes que él y sus compañeros debieron dar a la Corte, sobre el Nuevo Reino, movieron a Carlos V a dictar esa real orden, que dice así:
“Título de ciudad al pueblo de Santafé:
Don Carlos por la Divina Clemencia, Embajador Semper augusto Rey de Alemania, Doña Juana su madre, y el mismo Don Carlos por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Algecira, de Gibraltar, de las islas de la Canaria, de las Indias, islas de Tierra firme del mar Océano, Condes de Barcelona, Flandes y Tirol, etc. Por cuanto Sebastián Rodríguez, en nombre del Consejo del pueblo de Santafé, que es en el Nuevo Reino de Granada, que agora ha descubierto y poblado el Licenciado Ximenez Theniente de Gobernador, por el Adelantado don Pedro Hernández de Lugo, nos ha hecho relación que el dicho pueblo es el más principal de su dicha provincia, y que cada día se multiplica y puebla, y para que más se noblesca nos suplicó le hiciésemos merced de le dar título de ciudad, o como la nuestra merced fuere y nos, acatando lo susodicho tuvimoslo por bien, por ende por la presente es nuestra merced y mandamos que agora y y de aquí adelante el dicho pueblo se llame e intitule ciudad de Santafee y que goce de las preeminencias y prerrogativas, e inmunidades que puede y debe gozar siendo ciudad (..)”.
Ocho años después le hacía el mismo Rey Carlos V otra merced a la nueva ciudad fundada en el corazón de América: le concedía un escudo de armas. Los blasones de Santafé fueron, según la Real orden, un águila rapante negra, sobre campo dorado, con una corona dorada y unas granadas rojas en las garras, asidas por los mástiles, y como orla unas granadas de oro sobre campo azul.
Esta Real Cédula tiene fecha de 3 de diciembre de 1548 y no hemos podido hallar el original en ninguna historia, ni códice; sin duda existía en el Archivo Municipal, y por consiguiente pereció con todo él en el incendio de 1900”.