Por considerarlo de interés, reproducimos este texto del historiador Eduardo Posada, perteneciente a su libro Anotaciones / Capítulos para una historia de Bogotá, de 1906.
“Estaba de Fiscal del crimen en la Audiencia de Santafé cuando manifestó al Virrey la conveniencia de fundar una librería pública, reuniendo los libros que los jesuitas, al ser expulsados de los dominios españoles (30 de julio de 1767), habían dejado en Bogotá, Tunja, Honda y Pamplona. El Virrey Guirior acogió la solicitud de Moreno, y pocos días después (28 de octubre) se dio principio al inventario de aquellas librerías. Se conserva en el museo ese primer catálogo. El 9 de enero de 1777 se abrieron solemnemente al público las puertas de la Real Biblioteca.
(…) Faltaba, sin embargo, algo muy importante: la licencia del Rey. El Virrey, señor Caballero y Góngora, ocurrió a la Corte en solicitud de la licencia. El Rey expidió entonces en Aranjuez, con fecha 16 de abril de 1788, una Real Orden por la cual aprueba la creación de la Biblioteca, con la asignación de principal de 5.701 pesos 7 reales.
Su primer local fue el edificio que ocupa el Presidente de la República (Palacio de San Carlos), en la calle que se llamaba entonces del Hospicio viejo (hoy carrera 6ª). La librería, dice Vergara y Vergara, era muy rica. Además de la copiosa cantidad de obras teológicas, que eran obligatorias en una biblioteca del siglo XVIII, había colecciones completas de los clásicos griegos, latinos”.
Sede actual de la Biblioteca Nacional, en la calle 24 entre carreras 5 y 6.
Para la dirección de la Biblioteca fue designado Manuel del Socorro Rodríguez, de origen cubano, quien trajo a la Nueva Granada el virrey José Manuel de Ezpeleta.
“El Virrey Ezpeleta lo conoció en Cuba, admiró su talento, y lo trajo cuando se vino para el Virreinato de la Nueva Granada. Justo es reconocer que los Virreyes trajeron con frecuencia hombres útiles para emplearlos en el país.
Al llegar fue colocado Don Manuel del Socorro por el Virrey en el puesto de bibliotecario. El Sr. Rodríguez no limitó a esto sus tareas, sino que fundó el Papel periódico y luego El Redactor Americano, escribió varias obras, de las cuales la mayor parte se conservan aún inéditas, y fundó la Sociedad Eutropélica, tertulia literaria donde se dieron a conocer algunos escritores de aquella época, y que se reunía en el local de la Biblioteca.
(…) Sabido es que el General Santander fue apresado en 1828 con motivo de la conspiración del 25 de septiembre. Se le dio entonces por cárcel el edificio de la Biblioteca. Bendita cárcel para un hombre estudioso como lo era Santander, si no fuera la libertad uno de los más hermosos bienes de la vida. Santander, sin embargo, supo aprovechar aquellas largas horas de prisión, y contó los volúmenes. ¡Ahí en el Museo se conserva la tablilla, en la cual grabó con un punzón el ilustre prisionero el resultado de su labor! Esa tablilla, que estaba en una escalera, tiene la siguiente inscripción: Hay aquí 14.847 libros, contados en noviembre de 1828 por Santander.
Segunda sede de la Biblioteca Nacional, donde está ubicado hoy el Museo de Arte Colonial.
Poco después (1851) tuvo lugar la donación de la Biblioteca Pineda, que constaba de 425 volúmenes. El Coronel Pineda era natural de Antioquia, y desde muy joven se enroló en las filas libertadoras. No durmió él, en la paz, sobre sus laurales, sino que se dedicó con infatigable paciencia y gastando cuánto tenía, a reunir una rica colección de libros, folletos y periódicos y hojas sueltas, publicados desde 1774 hasta 1850. El Congreso de la Nueva Granada, por medio de una ley (27 de mayo de 1851), aceptó tan generosa donación y concedió varias recompensas a aquel ilustre patriota.”