La imprenta cambió radicalmente la forma de comunicarse. Desde su aparición a mediados del siglo XV, permitió la apertura al público alfabetizado de conocimientos que hasta entonces eran exclusivos de la iglesia católica. El invento de Gutenberg, sin embargo, no impidió que las propias órdenes religiosas siguieran produciendo sus títulos que seguían siendo bastante populares en el mundo occidental.
La imprenta llegaría a América en 1535, más específicamente a Ciudad de México, una de las ciudades más importantes del Virreinato de Nueva España. Posteriormente a Cambridge (1540), Perú (1580), Pernambuco (1647), Guatemala (1660) y La Habana (1724). De Santafé, tenemos noticias de primeras impresiones en 1738 con el descubrimiento de dos novenarios publicados por los Jesuitas. Sin embargo, las grandes empresas de impresores aparecerían en Nueva Granada hasta finales del siglo XVIII.
En 1777, el virrey Antonio Flórez ordenó que se comprara una imprenta para Santafé y que fuera manejada por Antonio Espinosa de los Monteros, español que ya poseía una y había montado su taller en Cartagena hacia 1774. Dificultades económicas impidieron la compra de la mencionada imprenta y se elaboró otra con parte de las piezas de la que se le había expropiado a los Jesuitas (expulsados en 1767) y otra perteneciente a Espinosa de los Monteros. A partir de ese momento nacería la Imprenta Real.
En 1791 inició la publicación del primer papel periódico de la Nueva Granada: el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, fundado por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez por encargo del virrey José de Ezpeleta. A pesar de su carácter marcadamente oficial, dejó entrever paulatinamente las discusiones intelectuales y políticas de las élites santafereñas. A partir de 1793, la impresión del Papel pasa de la Imprenta Real a la Imprenta Patriótica, que había establecido en la capital Antonio Nariño, uno de los criollos ilustrados más importantes del virreinato y en donde trabajaría uno de los hijos de Espinosa de los Monteros, Diego, encarcelado junto con Nariño luego de la impresión de los Derechos del Hombre en dicha imprenta. La imprenta, decomisada a Nariño, la compraría Nicolás Calvo, quien imprimiría el Semanario Ministerial del Gobierno de la Capital de Santafé en el Nuevo Reyno de Granada.
Luego de la muerte de Antonio Espinosa de los Monteros en 1804, su hijo Bruno asumió la dirección de la Imprenta Real. Allí se imprimirían varias de las publicaciones políticas más importantes del siglo XIX entre las que se cuenta El Redactor Americano (1806), El Semanario del Nuevo Reino de Granada (1808), La Constitución Feliz (1810) y La Bagatela (1811).
A partir de la instauración de la junta autonomista por los miembros del cabildo en 1810, Bruno Espinosa de los Monteros estableció la Imprenta del Estado, bajo la cual se imprimirían publicaciones como El Anteojo de Larga Vista (1814) de Jorge Tadeo Lozano. Continuaría imprimiendo diversidad de publicaciones hasta su muerte en 1844.
A pesar de que la impresión era un proceso difícil incluso para las propias autoridades, hubo quienes se aventuraron a lanzar su propia imprenta. Desde 1815 (próximos a la Reconquista), varios individuos imprimieron diversidad de publicaciones que pusieron en evidencia la multiplicidad de opiniones frente al panorama tanto nacional como internacional, así como el surgimiento de nuevos grupos sociales. Entre ellos se encuentran publicaciones como las Crónicas de los Caballeros de la Industria (1827) hasta El bobo entrometido (1827).