El incendio que acabó con la memoria bogotana

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El incendio que acabó con la memoria bogotana

Por: jstorres
Publicado el: Marzo 2018
En la noche del 20 de mayo de 1900 un incendio destruyó las galerías Arrubla, quemando de paso el archivo histórico de Bogotá.

Durante el periodo colonial, la manzana donde se encuentra hoy el palacio Liévano –sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá- estuvo ocupada por la Cárcel de Mujeres o Divorcio, las Escribanías, el despacho de los alcaldes, la sede del Cabildo y el Tribunal de Cuentas. Sobre la esquina norte de la cuadra estuvo la casa de la familia de Francisco Sanz de Santamaría, que sirvió hasta 1810 de residencia en alquiler de virreyes y patriotas, como Amar y Borbón, Bolívar y Nariño.

Como los terremotos de 1827 y 1828 afectaron las estructuras de las viejas edificaciones, los hermanos Juan Manuel y Manuel Antonio Arrubla construyeron hacia 1842 las llamadas Galerías de Arrubla, en donde siguieron funcionandó la Casa de la Municipalidad, al igual que diversos locales comerciales. Sin embargo, los escombros quedaron afeando la plaza hasta 1833, cuando los hizo quitar el jefe político del Cantón de la ciudad, a fin de cumplir las disposiciones de la provincia que había creado rentas para levantar nuevos edificios.

Desafortunadamente, en la noche del 20 de mayo de 1900, un incendio provocado por el alemán Emilio Streicher en un local de su propiedad, en donde funcionaba una sombrerería - y con la intensión de cobrar el seguro que amparaba el negocio-,  acabó con la edificación; destruyó la sede de la compañía de teléfonos, algunas casas vecinas y convirtió en cenizas el archivo histórico del Concejo, con lo cual se perdió toda la documentación colonial de la ciudad.  Pero, como el ave fénix, el edificio resurgió de sus cenizas: en 1910, a iniciativa del ingeniero Indalecio Liévano, los propietarios de los treinta almacenes de las galerías decidieron construir un nuevo edificio, con diseño del arquitecto francés Gastón Lelarge, con techo coronado por mansardas y detalles ornamentales en hierro.

El nuevo edificio albergó en arrendamiento la sede de la Alcaldía, el llamado Palacio Municipal, al que se accedía por la calle 10. Por la carrera 8a se entraba al llamado edificio Liévano, propiamente dicho, que albergó bajo sus arcadas diversos locales comerciales. Curiosamente, con el pasar de los años, los bogotanos mezclaron los dos nombres y comenzaron a denominar a todo el conjunto arquitectónico como Palacio Liévano. En 1974, este fue comprado a los familiares del ingeniero y a los propietarios de los almacenes para realizar un proyecto general de restauración que fue adecuado, finalmente, como sede de la Alcaldía Mayor de Bogotá.


Fotografía: Ernst Röthlisberger