Por María Eugenia Hernández - Historiadora del Archivo de Bogotá
Desde que Gonzalo Jiménez de Quesada descubrió la tierra de los muiscas en 1538 hasta el año de 1550, el Nuevo Reino fue administrado por la Audiencia de Santo Domingo. Sin embargo, la distancia hacía muy complicada esta administración y todos los procedimientos en cualquier caso eran demasiado lentos. Además, los largos recorridos para llegar a Santo Domingo, significaban muchos peligros, pues los territorios no eran todavía muy conocidos por los españoles.
Imagen: Dibujo de Ramón Torres Méndez / A la derecha Casa de la Real Audiencia en la plaza mayor de Santafé de Bogotá
Por estas razones y para lograr una administración más efectiva en el gobierno de los reinos de las Indias, fue necesario fundar una Real Audiencia en Santafé, capital del Nuevo Reino de Granada, que comenzó a operar en 1550. Los primeros oidores que llegaron a Santafé fueron los licenciados Góngora y Galarza. Una de las funciones principales de la Audiencia era vigilar que los encomenderos estuvieran ocupándose de procurar bienestar a los indígenas, tanto en la instrucción de la fe como en no cobrarles tributos exagerados, ni obligarlos a trabajos excesivos. Para este control se hicieron las visitas de la tierra que consistían en que un oidor, hacía un recorrido por las encomiendas, interrogando a los indios sobre estos temas. En algunos apartes se describió cómo el pago del tributo no era novedad para ellos, pues antes lo hacían con sus “señores”. Los oidores, no hicieron una nueva tasación del tributo. Al final del capítulo diez y seis del libro cuarto, en el balance que hicieron Aguado y Medrano de la administración de Galarza y Góngora expresaron:
“El tiempo que governaron los dos oydores solos tuvose entre los vezinos por feliz y bienabenturado a causa de que con todos los subcesos por feos y crueles que fuesen echos contra yndios los disimulaban y no se pusieron en hazer cosa que les fuese molesta ni pesada”[2].
Con esta afirmación podemos decir que los encomenderos se sentían cómodos con el gobierno de estos dos oidores, porque al parecer, estuvieron atentos a favorecerlos y tal vez una de las razones fue que no hicieron la retasa del tributo, con lo que permitieron que se siguieran pidiendo grandes cantidades de oro, mantas y otras cosas. También se hace evidente en esta parte una fuerte crítica a los primeros oidores de la Audiencia. Estas críticas no cesaron con el fin de la administración de Galarza y Góngora, pues sus sucesores Briceño y Montaño tampoco fueron del total agrado de Aguado y Medrano. Con respecto a Montaño se escribió:
“Entro Montaño en Santafee el año de cinquenta y tres por Corpus Christi y en tomando la bara en la mano luego dio muestras de hombre arrogante y sebero y en su mandar absoluto envio sobre la residencia presos a España a Gongora y Galarça […] Y su maldad fue tanta que quiso conspirar contra el Rey cuyo juez hera y alçarse con la tierra aprovechandose de la ocasion que la fortuna le puso en las manos”[3].
La ambición por el poder que tenía Montaño era uno de los vicios que más se condenaron en la crónica. Según se cuenta, la única obra “buena” de Montaño fue la construcción de un camino en el pantano de Fontibón, pues hasta ese momento era muy dificil el paso por allí y cuando el río se crecía, hacía muchos estragos. Briceño y Montaño estuvieron en la Audiencia de Santafé hasta 1558, cuando ya habían llegado el licenciado Tomás López y el licenciado Juan Maldonado. Montaño fue juzgado por rebelión y condenado a muerte, siendo ejecutado en Madrid.
Este olvido de la virtud, causado por del deseo de poder, no solo fue mostrado como recurrente entre los conquistadores, sino también en algunos mestizos y varios de los gobernantes indígenas de los que se contaron los enfrentamientos que había entre ellos por ser caciques y tener como sujetos a otros de los pueblos vecinos.
[1] Citado por Fernando Mayorga en Credencial Historia. Casa de la Real Audiencia en la plaza mayor de Santafé de Bogotá. Grabado de Eustacio Barreto sobre dibujo de Ramón Torres Méndez. "Papel Periódico Ilustrado", junio 15 de 1885. Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá
[2] Pedro Aguado y Antonio de Medrano, “Descubrimiento, pacificación y población de la Provincia de Santa Marta y Nuevo Reino”. Real Academia de Historia de Madrid, Colección Juan Bautista de Muñoz. Signatura: 09-04829 Proemio al lector. “Descubrimiento…” 4:17, f. 209v.
[3] Aguado y Medrano, “Descubrimiento…” 4:18, f.210r.