Por María Eugenia Hernández / Antropóloga, Área de investigación, Archivo de Bogotá.
La ruta del poblamiento de América fue por el estrecho de Bering hace unos 30.000 años. Estos grupos se fueron asentando a lo largo de las tierras Americanas. Según las investigaciones más recientes, la evidencia que hay de los primeros pobladores de la Sabana de Bogotá data de aproximadamente 12000 años, durante el período conocido como Paleoindio o Precerámico que se extendió hasta el 400 a.C. Eran grupos de cazadores recolectores que poblaron las tierras altas de la cordillera central. Practicaban la caza de mega fauna como el mastodonte y también el venado entre otros.
A medida que aumentó la población, esos grupos se fueron transformando en sociedades sedentarias. A partir del 400 a.C. se formaron las primeras aldeas donde una de las actividades principales fue la agricultura de productos como el maíz, los fríjoles, algunos tubérculos, se seguía practicando la caza del venado, la pesca en los humedales y en el río Bogotá. Criaban curíes entre otros animales domésticos. También en este período se comenzó a elaborar cerámica. Este período se denomina Herrera y se extendió hasta el 200 d.C.
Más adelante hacia el 200 d.C. hasta el año 1000 d.C. en lo que se conoce como el Período Muisca temprano, empiezan a aparecer las primeras organizaciones políticas conocidas como cacicazgos, cuya población practicaba la agricultura intensiva y más tecnificada.
Hacia el 1600 d.C. cambó el estilo de cerámica, era más elaborada y no solo para uso doméstico sino también ritual. Este período que se denomina Muisca Tardío. La sociedades se agrupaban en confederaciones de cacicazgos como los de Bogotá y Chía que fueron los más importantes.
Estas confederaciones estaban sujetas al mandato de un jefe supremo quien construía su vivienda principal en Funza. Estas viviendas eran llamadas cercados. Estas organizaciones sociales tenían un elaborado sistema de creencias, contaban con sacerdotes que conducían las prácticas de los rituales.
También practicaron la orfebrería, explotaban las minas de sal en Zipaquirá que pertenecía al cacicazgo de Chía. Desarrollaron el tejido de textiles muy valiosos por su calidad y muy valorados en el comercio. Las mantas se intercambiaban con otros grupos por algodón, por oro y también por hoja de coca. Estas fueron las sociedades que encontraron los conquistadores españoles a su llegada a este territorio.
BIBLIOGRAFÍA
Argüello, Pedro, editor. Nueva Esperanzan 2000 años de historia prehispánica de una comunidad en el altiplano cundiboyacense. Bogotá: Epm-Codensa, 2019.
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