El resplandor de la noche

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El resplandor de la noche

Por: jstorres
Publicado el: Septiembre 2018
Una exposición celebra los 80 años de inauguración de la Avenida Jiménez. Esta es su historia.

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Por Bernardo Vasco

Conocido entre los muiscas como Vicachá, que significaba “el resplandor de la noche”, el río San Francisco abasteció de agua por casi trescientos años a Bogotá.  Su nombre fue cambiado tras el establecimiento de la comunidad religiosa franciscana en 1550 y la consecuente construcción de la iglesia de San Francisco. Al decir de los cronistas tenía las “aguas más dulces” y por ello sirvió como fuente al acueducto de Aguanueva, inaugurado en 1757. Su intenso caudal sirvió también para girar las palas de los ocho molinos que surtían de harina de trigo a la ciudad.

Durante la Colonia, y hasta finales del siglo XIX, eran comunes en la vera del río enjambres de lavanderas que hacían su oficio. En las temporadas de invierno, las crecientes solían anegar las casas aledañas y llevarse por delante a personas, muebles y animales.

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Foto: Leo Matiz / Archivo de Bogotá

Sin embargo, la ausencia de políticas de higiene y el descuido de las autoridades condujeron al declive del río madre de la capital, que para finales del siglo XIX arrastraba cuanta basura provenía de los ranchos y del matadero municipal, lo cual contribuyó a su indefectible degradación. Para entonces ya era una cloaca pública, al que se vertían toda clase de inmundicias y desechos industriales, y del que emergían impunemente infecciones, enfermedades y hedores variopintos. Así que, cansados de tanto hedor, de su contaminación, de los malandros y ladrones que hacían de las suyas, de las chicherías sin control, de los ranchos que se apurruñaban en su ronda, de las frecuentes crecidas que arrasaban con todo y por supuesto,  de traer el progreso a a la ciudad – para lo cual era imperioso demoler el feo y viejo casco histórico- el gobierno nacional autorizó su canalización.

La ley 10 de 1915 fijó las directrices para el proyecto y apropió un auxilio de treinta mil pesos oro para iniciar las obras. Posteriormente, el Acuerdo 10 de 1916 validó la financiación con vales de la Tesorería Nacional y el Acuerdo 62 de 1919 reglamentó que los dueños de los predios localizados en los terrenos colindantes del río tenían que contribuir con impuestos a la concreción de la empresa. Si se negaban, la Ley 99 de 1922 estableció que se podría obligarlos a asumir los costos del encausamiento de las aguas sucias provenientes de sus casas, fábricas o establecimientos.

A trancas y a muchas el río fue canalizado, en un lapso de casi veinte años.

 

Las obras arrancaron en 1917, con el tramo sobre la carrera 12, de la calle 11 a la 12.[1]

En 1921 concluyeron los trabajos de canalización desde el parque Germania hasta el Edificio El Tiempo, en la carrera 6a.

Por último, hacia 1938, las obras finalizaron con los tramos comprendidos desde la carrera 2a hasta la carrera 13 con calle 6a.

El XX fue el siglo de esta avenida. En ese periodo se construyeron los edificios que le dieron su identidad, como el Hotel Granada, que cedió su paso al Banco de la República en 1954; el Palacio de San Francisco, que hasta hace cuatro años fue la sede de la Gobernación de Cundinamarca; el Edificio Pedro A. López, hoy sede del Ministerio de Agricultura, o el moderno edificio del First National City Bank, a la altura de la carrera 9, gracias al cual ese sector se conoció como la ciudad bancaria .

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Una cuadra más arriba, el antiguo Wall Street bogotano se convirtió en la calle de los esmeralderos y, a unos pasos, alrededor de la plazoleta del Rosario, los cachacos de sombrilla, sombrero y sacoleva de mediados de siglo terminaron por hacer de Bogotá el café literario de América Latina.


EXPOSICIÓN METAMORFOSIS DE UN RÍO:

Templete al Libertador, parque de los Periodistas, del 30 de agosto al 01 de octubre.

Horario: De lunes a viernes 9:00 a.m. - 5:00 p.m.

Sábado: 9:00 a.m. - 2:00 p.m.

 

[1]    Atuesta, M (2011), “La ciudad que pasó por el río. La canalización del río San Francisco y la construcción de la Avenida Jiménez de Quesada en Bogotá a principios del siglo XX”, en Territorios, pp. 191-211