Tesoro antiguo de Bogotá

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Tesoro antiguo de Bogotá

Por: jstorres
Publicado el: Junio 2018
El libro de Ramo de Propios es una de las joyas documentales que preserva el Archivo Distrital.

En la Bogotá de antaño ocurrieron dos grandes incendios de edificaciones gubernamentales en los que se albergaba la documentación oficial: el primero el 26 de mayo de 1786, cuando se quemó el Palacio Virreinal, perdiéndose con ello gran parte del acervo documental colonial.  La segunda gran conflagración ocurrió en las galerías Arrubla, el 20 de mayo de 1900. Contiguo a estas galerías, se encontraba la Casa Municipal, sitio donde se albergaba la documentación oficial hasta ese entonces.

De estos dos grandes incendios se logró salvar, entre otros pocos, un fondo documental: el Ramo de Propios, uno de los fondos más antiguos, manuscritos, que conserva el Archivo de Bogotá y el cual tiene a disposición de los investigadores y lectores en general. En cuanto a este Ramo de Propios, podemos indicar que la economía del municipio se basaba en los ingresos de Propios, es decir, de las rentas de bienes, casas, solares, tiendas, ejidos, tierras, propiedad del municipio. Estos ingresos se registraban en el libro del Ramo de Propios.

En principio era administrado por la Junta Administradora Municipal, pero al crecer tanto los negocios que creaba el municipio como la adquisición de bienes por parte del municipio, este ramo pasó exclusivamente a la Junta Administradora de Propios, que se creó en 1797.

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Este Ramo estaba a cargo de un mayordomo tesorero, quien recolectaba las rentas e impuestos producidas por los bienes del municipio y, además, realizaba los libramientos que significa los pagos que realizaba el municipio con respecto a los gastos que generaba como eran mantenimiento de fuentes públicas, de cárceles, de cementerios, de calles, de molinos, la compra de papel sellado, gastos de las iglesias, especialmente uno que parecía muy importante: la compra de velas.

En este fondo podemos encontrar entradas del municipio como Pulperías, tiendas de comercio, aguas, arrendamientos de tiendas y casas, almotacén, reventas, de trucos y billares, de molinos, cerdos y carnes, multas, cárceles, de camellón, ventas públicas, de gallera, ejidos y solares, fondas, y otros tantos, dependiendo del año en que fueron registrados.

Allí también se registraban los egresos del municipio como eran los sueldos y salarios, principalmente del mayordomo, del escribano y de las personas contratadas para realizar los mantenimientos correspondientes, y los gastos ordinarios, extraordinarios, y las inversiones en la policía rural.

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Este fondo permite conocer la administración de rentas de la ciudad, uno de los puntos más álgidos en cualquier administración gubernamental. Con este se puede analizar, desde las cifras, qué recibía, cómo se manejaba la hacienda en Bogotá, cuál eran las prioridades, en qué preferían hacer gastos, qué tanto dinero captaba y qué tanto gastaba, si los gastos eran acordes con las necesidades de la época, etc. Algunos investigadores indican que aún faltan estudios de haciendas municipales. Otros tantos se remiten a los fondos que custodia el Archivo de Indias para realizar sus investigaciones sobre economía colonial y de época republicana. El investigador tiene la oportunidad de tener información de primera mano de lo poco que se salvó de los voraces incendios que afectaron aquellos edificios que custodiaban información de la ciudad que posteriormente se constituirían en la memoria de esta.


Por Ima Poveda