Por Daniel Felipe Molano Cure / Antropólogo Archivo de Bogotá
Cualquier investigación científica encaminada a vislumbrar el pasado reciente del ser humano debe procurar el uso de documentos producidos en los contextos sobre los que se quiere indagar. Por lo tanto, los archivos históricos, en cuando fuentes de primera mano, constituyen una herramienta fundamental e insoslayable para su reconstrucción.
Es por esto que los acervos públicos custodiados por el Archivo de Bogotá no pueden ser entendidos únicamente como el conjunto documental que resulta de la gestión administrativa de las entidades del orden municipal y distrital. También deben ser abordados como una posibilidad para comprender el contexto y las complejas dinámicas sociales, políticas, económicas y territoriales de Bogotá a lo largo del siglo XX.
Por ello, aunque es común pensar que los archivos del fondo Concejo de Bogotá [1] solo retratan los resultados de las discusiones sucedidas entre quienes han ocupado los puestos representativos de esta Corporación, también deben ser entendidos como la materialización de un diálogo entre la ciudadanía y aquellos que ejercían la autoridad administrativa de la ciudad.
Además de los acuerdos, proyectos de acuerdo y actas de sesiones públicas, privadas y secretas, el fondo del Concejo contiene una importante cantidad de notas y memoriales donde la ciudadanía exponía los problemas y necesidades que se presentaban en la ciudad; por ejemplo, las dificultades de desplazamiento en Bogotá a comienzos del siglo XX, consecuencia de las características topográficas que resultaron de la acción erosiva de ríos y quebradas, y las propuestas para sus posibles soluciones.
Como parte del paisaje urbano, la construcción de puentes en Bogotá fue fundamental hasta la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, a pesar de su importancia para la ciudad durante más de tres siglos después de su fundación, sus referencias son pocas y ellos casi inexistentes. No obstante, aún es posible visualizar dos de los 18 puentes que llego a tener el río San Francisco o Vichacha, el más importante del perímetro urbano antes de los procesos de canalización. El puente de Las Aguas o Boyacá es uno de ellos.
De su construcción se cuenta solo con información suministrada por Moisés de la Rosa en su libro Calles de Santafe de Bogotá [2]. De este, German Mejía Pavony recoge el año 1902 como fecha de su construcción [3]; Por otro lado, recientes notas periodísticas mencionan el año 1905 como fecha de su edificación [4]. Aunque relevantes en la historia del puente, es pertinente una mayor indagación, la cual es posible gracias a la existencia de los archivos históricos.
Como gran parte de las obras de comienzos del siglo XX en Bogotá, el puente Boyacá fue solicitud expresa de los habitantes de la ciudad. Desde el mes de agosto de 1902, y posiblemente con anterioridad, propietarios y vecinos del barrio Las Aguas solicitaron al Concejo Municipal la construcción de un puente que comunicara el oriente de la calle 19 con la plaza de la iglesia de Las Aguas [5].
Entre las razones esbozadas para su construcción exponen la posibilidad de unir los barrios Las Aguas y Las Nieves, dos de los más poblados de la ciudad, y los beneficios al evitar los peligrosos precipicios y la formación de muladares [6], causante de la viruela por la que murieron dos personas en la calle de Chiquinquirá [7].
Para la construcción del puente los solicitantes proponían contribuir con dinero, siempre y cuando la municipalidad se comprometiera a iniciar inmediatamente la obra con piedra del río, aportar la suma de diez mil pesos, y nombrar en el acto una junta de propietarios para el recaudo de los aportes realizados por los vecinos. No obstante, a pesar de las continuas solicitudes realizadas en cabeza del señor Adolfo León Gómez, reconocido abogado de Bogotá, la obra no fue posible desarrollarla durante el año 1902.
Era tal la demora de la municipalidad para aprobar y principiar la construcción del puente y el nombramiento de la junta ciudadana encargada del recaudo de fondos, que el señor León Gómez solicito la devolución de 4000 pesos que ya habían sido consignados en la Tesorería Municipal [8], condición expresa del Concejo para comenzar la obra.
Esta presión ciudadana ejercida durante más de tres meses conllevó la aprobación, el día 19 de diciembre, del Acuerdo No. 48 de 1902, “por el cual se dispone la construcción del puente de Boyacá”, entre cuyas disposiciones se resalta la creación de una junta de vecinos recaudadora de dadivas y la erogación de una suma de dinero por parte del municipio [9].
Pero la aprobación de este Acuerdo Municipal, aunque determinante para la construcción del puente, no fue suficiente para el inicio inmediato de la obra. El 24 de febrero de 1903 la “Junta Constructora del Puente de Boyacá” dirigió un memorial al presidente del Concejo Municipal anunciando la suspensión de las sesiones de la Junta por creerlas inútiles, mientras la Junta de Obras Públicas o la Alcaldía no inicien los trabajos del puente con el dinero suministrado [10].
Vemos que por más de seis meses no fue posible que la administración local asumiera sin rodeos la construcción del puente, a pesar del indiscutible apoyo ciudadano y los enormes beneficios públicos que conllevaba. Sin embargo, parece que la suspensión de sesiones de la Junta Constructora y la amenaza del retiro del dinero consignado surtió efecto, pues el 2 de marzo de 1903 el ingeniero municipal Pedro de Francisco informa al Concejo que por nota número 187 procedente de la Alcaldía, se le ordenó comenzar los trabajos de construcción del puente haciendo uso de doce obreros para ello [11].
Conclusión
Más allá de algunos informes de trabajos públicos ejecutados en 1903 y de un memorial suscrito por Manuel Barreto el 22 de marzo de 1904 [12], no fue posible entrever el proceso de construcción del puente de Boyacá. No por ello los documentos expuestos anteriormente dejan de ser aportes relevantes sobre su origen. Por el contrario, son un insumo de incalculable valor para posteriores investigaciones sobre este o muchos otros temas referentes a la historia de la ciudad. Todo esto posibles gracias a la existencia de los archivos históricos del Concejo custodiados por el Archivo de Bogotá.
Bibliografía
[1] El fondo Concejo de Bogotá es uno de los 88 fondos y colecciones custodiados por el Archivo de Bogotá, y uno de los más antiguos junto con el fondo de la Secretaría General, Secretaría de Salud y la colección Urna Centenaria.
[2] De la Rosa, Moises (1938). Calles de Santafé de Bogotá: homenaje en su IV centenario, 1938. Bogotá, Ediciones del Concejo.
[3] Mejia Pavony, German (2000) Los años del cambio: Historia urbana de Bogotá 1820-1910. Bogotá, CEJA.
[4] Gélvez M. German (2002) Los puentes sepultados de la Avenida Jiménez. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1361132; y Gélvez M. German (2003) Descubren otro puente histórico. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1026068
[5] Fondo Concejo de Bogotá (1903). Tomo 7, folios 88-89, No. topográfico: 001.0007.01.
[6] Fondo Concejo de Bogotá (1903). Tomo 7, folios 85-86, No. topográfico: 001.0007.01.
[7] Fondo Concejo de Bogotá (1903) Tomo 7, folios 98-99, No. topográfico: 001.0007.01.
[8] Fondo Concejo de Bogotá (1903) Tomo 7, folios 98-99, No. topográfico: 001.0007.01.
[9] Fondo Concejo de Bogotá (1902) Tomo 5, folios 182-183, No. topográfico: 001.0005.01.
[10] Fondo Concejo de Bogotá (1903) Tomo 7, folio 83, No. topográfico: 001.0007.01.
[11] Fondo Concejo de Bogotá (1903) Tomo 7, folio 106, No. topográfico: 001.0007.01
[12] Fondo Concejo de Bogotá (1904) Tomo 9, folio 360, No. topográfico: 001.0009.01.